¡MALASPINA, COJONES!

fue lo que pasó de sobresalto por mi mente, días después.

Todo había comenzado una tarde de verano, en el sur de Francia, concretamente en Albi, lugar de nacimiento del gran La Pérouse.

Recorrido de la Expedición de Alejandro Malaspina de 1789 a 1794

Dedicado su museo a los grandes exploradores del siglo XVIII, me había yo percatado de la ausencia, entre tanta Astrolabe y tanta Boussole, de Alejandro Malaspina. Y dije, ¡coño!, esta es la mía.

Glaciar Malaspina, al sur de Alaska, explorado por los españoles en 1791

Sin perder el flow le insinué a mi entonces compañera de viaje, Kristel, francesa ella, la posibilidad de escribir una respetuosa aunque indignada queja en el libro de visitas pero, ¡ay!, entonces no existían ni wikipedias ni evernotes.


Fiordo Doubtful Sound, cartografiado en 1793 por la expedición Malaspina
(Foto by Allie Caulfield)

En resumen, que Kristel puso verdes a los del museo reclamando la urgente necesidad de incluir entre los más grandes a... ¡Malatesta! (anarquista él) por Malaspina.
Ya lo decía Maroto el de la moto: "hagamos el ridículo lo menos posible".
Ici Pacus