CHAD, CHAD, CHAD


Ahora (junio) que las españolas universidades arden en selectividades (ese flow), me aflora una pregunta liberada (de comprensión de textos discontinuos, ¡ojo!) del inefable PISA a cuenta del lago Chad, que parasita mi cabeza (en versión groucho), debido principalmente a que la respuesta supuestamente correcta de la citada pregunta es incorrecta y, por contra, una de las respuestas supuestamente incorrecta es la correcta.

La pregunta se basa en un gráfico lineal que representa la oscilación del nivel del lago Chad, pero sin especificar cuáles son las unidades de medida de dicha variación, que podrían ser metros (así en la respuesta supuestamente correcta pero incorrecta) o también pies, pulgadas... (véase la primera pregunta).

Pero, obsesiones morbosas aparte, el lago Chad tiene un interés geográfico indudable.  ¿Por qué en el corazón de África no se formó un río (como el Nilo) que atravesara el desierto y desembocara en el Mediterráneo? Ni el Níger siguió hacia el norte (desemboca en el golfo de Guinea), ni el Chari pudo sobrepasar el relieve sahariano (se colapsó precisamente en el lago Chad).

Foto del río Chari tomada de http://elcuchara.es/



Los europeos modernos lo descubrieron en 1823 a través de la expedición de Clapperton. Luego fue parada obligatoria de todos los "locos del desierto" que sin duda observaron las crecidas producidas en el Chad por el Chari, lo mismo que le sucede al Nilo...

LA ISLA DE MATILDE

Hay ocasiones en que la realidad ofrece un laberinto poético difícil de imaginar. 
Por ejemplo, estaba Pacus tan tranquilo en el sofá dispuesto a entregarse a una confortable siesta catalizada por una versión altamente plúmbea (a la par que reciclable) de Robin Hood cuando apareció Ricardo Corazón de León. Coño, se dijo, ya lo tenemos ahí...
Matilde de Inglaterra 1102-1167.
Acto seguido y sumergido en un océano de tedio apenas removido por el nulo interés morboso de comprobar que lady Marian seguía enamorada de Robin, Pacus empezó a rumiar a conciencia los más tiernos brotes del inverosímil árbol genealógico de los Plantagenet, desde Matilde, también llamada Maud, (y abuela por más señas del inefable Ricardo), hasta Godofredo o los Enriques y Eduardos de la Casa.
Tierra de la Reina Maud (Antártida).
Al menos, se preguntó Pacus, quizás casualmente, esta Maud sea la misma que da nombre a la Tierra de la Reina Maud allá en la Antártida y pueda escribir una entrada en el blog. Pero no. La Maud antártica fue por Maud de Noruega (1869-1938). ¿Y el Golfo de la Reina Maud? ¿Y los Montes de la Reina Maud? Pues lo mismo.
Leiopelma pakeka
Total que mientras Robin Hood seguía descapitalizando el bosque de Sherwood, nuestro pequeño Pacus iba descartando territorios de Matildes espurias hasta llegar a una pequeña isla en Nueva Zelanda en las Marlborough Sounds, completamente irrelevante a no ser por el santuario de la rana endémica en peligro de extinción, Leiopelma pakeka. Y se acordó, entonces Pacus, de la canción, cu-cú cantaba la rana, cu-cú, debajo del agua...

Ahora en serio, trons, sin chismorreos esto sería muy aburrido.