LA ISLA DE MATILDE

Hay ocasiones en que la realidad ofrece un laberinto poético difícil de imaginar. 
Por ejemplo, estaba Pacus tan tranquilo en el sofá dispuesto a entregarse a una confortable siesta catalizada por una versión altamente plúmbea (a la par que reciclable) de Robin Hood cuando apareció Ricardo Corazón de León. Coño, se dijo, ya lo tenemos ahí...
Matilde de Inglaterra 1102-1167.
Acto seguido y sumergido en un océano de tedio apenas removido por el nulo interés morboso de comprobar que lady Marian seguía enamorada de Robin, Pacus empezó a rumiar a conciencia los más tiernos brotes del inverosímil árbol genealógico de los Plantagenet, desde Matilde, también llamada Maud, (y abuela por más señas del inefable Ricardo), hasta Godofredo o los Enriques y Eduardos de la Casa.
Tierra de la Reina Maud (Antártida).
Al menos, se preguntó Pacus, quizás casualmente, esta Maud sea la misma que da nombre a la Tierra de la Reina Maud allá en la Antártida y pueda escribir una entrada en el blog. Pero no. La Maud antártica fue por Maud de Noruega (1869-1938). ¿Y el Golfo de la Reina Maud? ¿Y los Montes de la Reina Maud? Pues lo mismo.
Leiopelma pakeka
Total que mientras Robin Hood seguía descapitalizando el bosque de Sherwood, nuestro pequeño Pacus iba descartando territorios de Matildes espurias hasta llegar a una pequeña isla en Nueva Zelanda en las Marlborough Sounds, completamente irrelevante a no ser por el santuario de la rana endémica en peligro de extinción, Leiopelma pakeka. Y se acordó, entonces Pacus, de la canción, cu-cú cantaba la rana, cu-cú, debajo del agua...

Ahora en serio, trons, sin chismorreos esto sería muy aburrido.